Por desgracia he asistido como testigo a multitud de situaciones discriminatorias en el propio ejercicio de mis funciones cuando estaba destinada en extranjería y en primera persona por mi condición de mujer, pero para esta entrada he decidido contar una del primer grupo que se dio a principios del año pasado.
El caso que voy a relatar se corresponde con una discrimación directa oculta (quizás no tan oculta, porque fue evidente).
En el destino que menciono nosotros documentábamos a extranjeros y la compañera que estaba sentada en la mesa de al lado recibió a una mujer acompañada de un hombre ambos de origen africano. Estamos hablando de un contexto de pandemia, por lo que todos llevábamos mascarilla y había una pantalla entre la funcionaria y los ciudadanos. La mujer de la que hablo era negra y no hablaba español, pero el hombre que la acompañaba sí. La funcionaria le pidió la documentación, la mujer le entregó el pasaporte con un visado e intentó explicar su situación. La funcionaria introdujo el NIE en el ordenador y como no aparecía ningún trámite concedido, la intentó echar sin escucharla mientras la mujer, visiblemente afectada, intentaba explicar su situación entre lágrimas. La funcionaria acabó gritando a esta persona, hasta que yo me levanté, dije a mi compañera que delante de mí no iba a tratar así a nadie y me dirigí a la mujer en inglés para preguntarle cuál era su situación. Resulta que esta mujer había solicitado una residencia de familiar de comunitario dándole el derecho a la misma su marido con nacionalidad española, que falleció durante la tramitación de la misma, cuando ella ya tenía el visado, pero no tenía concedida la residencia porque en esta tipología en concreto se concede una vez la persona está en España y no desde el consulado como en las reagrupaciones familiares. La funcionaria tenía la obligación de saber este, podía haberlo comprobado en el visado, pero al ver a una mujer negra supuso que no era este su caso y no se molestó en escucharla o en pedir que alguien, por ejemplo yo, le tradujese o preguntar al acompañante. Tras indicar a esta persona el trámite que debía realizar y abandonar la oficina, mi compañera me dijo que si quería me hiciese amiguita de esa gente con claro desprecio, por lo que puedo afirmar que hubo también un caso de discriminación por asociación, pero en este caso no importó, yo obstento el mismo privilegio que ella y no me vi afectada. En caso de no haber mediado yo o cualquier otra persona, el perjuicio para la ciudadana habría sido evidente, ella antes de mi intervención le llegó a decir que tenía que salir de España.
¿Cómo me sentí? Creo que es evidente por mi actuación, pero sentí una profunda indignación. El problema es que estas actuaciones eran contempladas por los responsables de la oficina sin que tuviesen consecuencias y de hecho, al margen de lo que acabo de relatar, esta persona no sufrió ni tan siquiera una reprimenda, reprimenda que sí recibí yo por "perder el tiempo hablando en inglés con la gente, que aprendan español que es su obligación" en palabras del jefe de la oficina.
He de decir que acabé cambiando de destino porque el ambiente acabó siendo irrespirable y sentí que no podía hacer nada más, no tenía mecanismos para luchar contra estas situaciones, ya que la que relato es sólo un ejemplo de muchas similares.
Enhorabuena por esa acción y esa actitud mostrada. Parece ser que todavía hay mucha gente que no se da cuenta que somos un servicio público y estamos para ayudar a la ciudadanía (a toda). Gracias por no ser indiferente a esa situación de injusticia.
ResponderEliminarSilvia, personas como tú, son las que necesita la administración para que la gente cambie la opinión de desalmados y desagradables que tienes de nosotros. A mi en un inem me dijeron que parecía no ser una funcionaria entiendo como un piropo. Es triste que la gente abuse de su situación para dañar a gente que ya lo ha pasado suficientemente mal y encima los superiores lo vean bien. Felicidas Silvia por no discriminar por raza, sexo o situación.
ResponderEliminarMuchas gracias Silvia por compartir tu experiencia. Lo que cuentas es indignante. Más gente como tú ayudaría a que este tipo de discriminaciones apenas se produjeran o fueran muy muy marginales.
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